Heridas infantiles

Son situaciones complejas y dolorosas que vivimos en nuestra infancia, que tienen surgimiento de un trauma o cuando no se satisface de manera constante alguna de nuestras necesidades psicológicas básicas. Estas experiencias pueden ser por negligencias o faltas, cómo también por exceso de algo negativo por parte de los cuidadores (padres o quien ejerza el cuidado del menor).

Estas Heridas influyen de manera significativa en nuestro desarrollo, conducta, temperamento, rasgos de personalidad, apegos, dependencias emocionales, ansiedad, depresión, actitudes defensivas o agresivas, inseguridades, pensamientos obsesivos, fracaso en relaciones afectivas, entre otras.

Las 5 heridas de la infancia son:

Miedo al abandono: falta de afecto, compañía y protección. Se sienten en constante vigilancia a no ser abandonados. Se visibiliza en la adultez en muchas ocasiones como dependencia emocional o también como mecanismo de defensa un apego evitativo (temor inconsciente a revivir la experiencia de abandono de la infancia)

Miedo al rechazo: experiencias de no aceptación por parte de los padres o cuidadores Sintiendo que “no es digno de amar o ser amado” . En la adultez necesita constante reconocimiento, aprobación y validación de los demás.

Miedo a la humillación: es cuando los padres desaprueban o ridiculizan al niño. Afectando la autoestima. Sienten la necesidad de sentirse suficientes. Dependen de la imagen que tengan los demás de ellos. En la adultez se perciben como personas menos importantes y poco valiosas, tienden a complacer a los demás olvidando sus propias necesidades.

Miedo a la traición: es cuando se ha sentido traicionado por alguno de sus padres o cuidadores (cumplimiento de una promesa) cómo situación repetitiva generando miedo a confiar en los demás. En la adultez se percibe una personalidad fuerte, posesiva, desconfiada, con constante necesidad de control. No respetan los límites de los demás. -miedo a la injusticia: es cuando los padres o cuidadores son fríos, exigentes y autoritarios. La exigencia constante genera sentimientos de inutilidad, insuficiencia e injusticia. En la adultez se ve como personas rígidas y perfeccionistas, que no consideran la opinión de los demás, poco tolerantes, incapaces de negociar. Buscan constantemente ganar importancia y poder.

Deja un comentario

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *

Abrir chat
1
Hola como estas? 😃
¿En qué puedo ayudarte?